miércoles, 10 de noviembre de 2010

Los Parlanchines


“Si, pero…”

Y creo que ha sido lo único que he acertado a decir en toda la conversación, además de sonidos guturales de aceptación.

No es que mi interlocutor estuviera o no en lo cierto, es que es una de esas personas que no deja hablar.

La comunicación, según sus pobres entendederas, se limita a disparar todo cuanto tiene que decir contando con que alguien al otro lado de la línea telefónica sea capaz de decodificar, entender y asimilar todo cuanto comenta.

Es responsabilidad del otro anticipar las objeciones que puedan surgir, buscar alternativas entre las posibles respuestas y aplicar la que más convenga.

Y todo porque va a ser imposible de todo punto mediar una palabra que no sea “dígame” (en el caso de ser el receptor de la llamada) o en todo caso un “hasta luego” mientras se oye de fondo el pi-pi-pi que ha dejado en línea el sujeto una vez que ha colgado.

Y no soporto a la gente que no deja hablar. No puedo.

Supongo que todos tenemos nuestro histórico en este campo, pero la gente crece y evoluciona, y hacerse mayor (madurar) significa, en gran medida, ponerse en la piel del otro, y eso requiere escucharle.

Luego se podrá hacer justo lo contrario de lo que corresponde, pero al menos se ha escuchado lo que tiene que decir.

Yo tuve hace años una novieta que era así. No dejaba meter baza. Salir con ella era someterse a una tortura de aislamiento comunicativo.

Era buena chica y, si me lo permiten, era un bombonazo de girar el cuello, pero no paraba de hablar.

- Rocki, ¡vamos al cine!
- Bueno, si tú quie…
- Sí porque he visto una película que me apetece ver y bla, bla, bla…

Y entonces ibas al cine sabiéndote la película, el argumento y las secuelas subsiguientes de carrerilla. Ya se había encargado ella de contártelo en el coche mientras rezabas avemarías y padrenuestros pidiéndole a la Virgen de los Desamparados que te diera fuerzas para no estrangularla.

Años más tarde tuve un jefe que era igual: la definición perfecta de lenguaraz. No paraba de hablar ni cuando se supone que uno no habla.
Claro que su caso resultó ser diferente.

Cuando compartí mesa con su mujer en una cena de trabajo me percaté que ella era aún peor y además me confesó, para mi sorpresa, que su marido “era muy callado”. El pobre hablaba fuera todo lo que no le dejaban hablar en casa.

En cualquier caso, si los parlanchines y parlanchinas son difíciles de aguantar en tu propio idioma, se hacen aún más insoportables en otro.

En mi primera estancia en Estados Unidos, tuve una novieta japonesa. Olvidé mencionarla en la entrada sobre Toshi y los nipones.

Rika, que no es un adjetivo sino su verdadero nombre, era un encanto. Era mona, educada, simpática, aventurera, pelín zorrón (su novio le pagaba toda la estancia en USA para que aprendiera inglés mientras ella holgaba conmigo día sí y día también) y muy divertida. Sólo tenía un pero, ¿adivinan?, ¡no paraba de hablar!

A veces sospechaba que su cornúpeta prometido la había mandado al otro lado del Pacífico con tal de descansar de sus discursos.

Rika estaba aprendiendo inglés, lo que quiere decir que no lo hablaba muy bien, lo que quiere también decir que yo me tenía que chupar sus interminables peroratas en una mezcolanza de idiomas que desafiaba no sólo mi capacidad de comprensión, sino mi oído interno.

En los meses que pasé por esas tierras de Dios, Rika fue ganando en destreza lingüística (sobre todo gracias a mí) pero jamás dejó de “rajar” sin ton ni son. Puedo garantizar que no paraba de hablar ni cuando dormía, porque en sueños se pasaba horas hablando… ¡en japonés!

Y creo que deberíamos hacer algo, creo que deberíamos fundar una patronato de orejas en huelga permanente, o crear la asociación de sordos selectivos, o la plataforma para la narcotización de lenguas vivarachas o alguna estupidez de ese pelo, porque como mañana me vuelva a llamar mi colega el parlanchín soy capaz de…

6 comentarios:

Frida dijo...

HOLA

Permiteme expresar mi punto de vista yo creo que una buena conversacion radica en la importancia que tiene saber escuchar, yo en lo personal soy amante de las buenas conversaciones pero debo decir las conversaciones de calidad, donde se toquen temas interesantes, que aprendas que te dejen algo, me gusta ser concreta y que los demas lo sean conmigo ....es una tortura china escuchar por horas a alguien que hace rodeos y da tantas vueltas para terminar sin decir nada sin llegar a ninguna conclusion confieso que eso si me mata.

Pero hablando de comunicacion en pareja si esta mas peliagudo tengo amigas que han dado al traste con su matrimonio precisamente por eso, la falta de comunicacion donde ella se siente frustrada en sus deseos de ser escuchada cuando el silencio de los hombres hace que las mujeres se den a la tarea de interpretar sus miradas, sus acciones, hasta sus pensamientos muchas veces actuando en funcion de lo que imaginan la comunicacion en base a supuestos y responder en consecuencia,

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Mwajajajajaja... Me he partido de risa leyendo a Frida. Perfecto comentario para ilustrar la entrada. Jo jo jo, ¡qué bueno!

(No puedo evitar ser así de malo, qué vamos a hacer).

Rocket dijo...

Estimada Frida,

Bueno, son dos cosas distintas. Una es la gente que no para de hablar y otra la gente que no sólo no para de hablar sino que además anda "dándole vueltas al mismo garbanzo todo el rato", esos ya pasan de la categoría de ajusticiables a la de torturables y luego ajusticiables.

Lo de la comunicación en la pareja es otra historia. Uff, ¡complejísima! y sí, solemos ser los hombre los más comunicativos y, por el contrario, los que más solemos empezar a callarnos cuando algo no va bien.. y ¡chas!, ahí vienen los prblemas.

Pero ya sabe usted lo del famoso libro, "Los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus" o "Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no entiende los mapas", toda una colección de tópicos que en muchos casos suelen cumplirse... aunque estoy seguro que en su caso con los mapas no hay ningún problema ;-)

Y no haga usted mucho caso a Leónidas, que lo que le pasa es que está celosísimo porque llevando mucho menos tiempo mi blog que el suyo yo ya tengo 3 lectores (contándole a usted) cuando el sólo tiene 4 y medio y uno, su señora madre, está pensándose si desiste del intento.

Leónidas,

¡Rediós, camarada!, no me espante usted a la clientela hombre, que a este paso no voy a "monetizar" este blog así dure 15 ó 35 siglos (que es lo que tengo pensado vivir antes de agarrarme la gran cogorza, la Glock y...)

Saludos,
Rocket

Frida dijo...

mi querido Leonidas !! me intriga saber el por que de su risa...no sea usted tan breve y exponga sus motivos cualquiera que sean, no permita que los interprete de una forma equivocada creyendo que encuentra identificacion con los torturadores o con los abandonados.

un saludo Rocket...

Leónidas Kowalski de Arimatea dijo...

Frida, ha sido por las parrafadas tan necesitadas de comas. Es que la imaginaba a usted soltándole todo eso a Rocket, casi sin respirar, mientras el pobre mío solamente acertaba a decir "sí, pero..."

Mwajajajaja... Fíjese que llegué a creer que el comentario era una broma. Ya veo que no. Juas, juas, juas...

Nada, nada, siga el consejo de Rocket y no me haga caso.

Frida dijo...

de acuerdo....pido disculpas por no hacer enfasis y llegue a creer que lo de "malo" era broma ahora veo que no es asi! jejeje