viernes, 11 de marzo de 2011

Rocket va amontar un negocio (VI y última)


En un esfuerzo atlético y heroico, he conseguido completar el círculo creativo hasta dejar de legado a mis inexistentes (salvo error u omisión) descendientes y a la raza humana en general esta obra maestra de la literatura no ya contemporánea, sino de todos los tiempos. Considérense ustedes bendecidos por poder ser los primeros en gozar de su profunda belleza. Les envidio, ojalá yo tuviera a alguien como yo mismo.

Los siguientes días transcurrieron con cada vez más llamadas y más repeticiones de servicio. Nuestra fama el cuarto día era tal que tuve que comprarme un pinganillo para no tener los codos en permanente flexión para atender telefónicamente a tanto cliente expectante o satisfecho.

Prueba de esa fama es el hecho de que cada día llamaban voluntarios – y lo más curioso, también muchas voluntarias - ofreciéndose como limpiabotas, y pude recopilar una buena base de datos de posibles candidatos para cuando el negocio necesitara expansión.

Además las relaciones con mis colaboradores eran excelentes, apenas hablábamos, pero cada noche acudían al bar a presentar las recaudaciones de la jornada y renunciaban ambos con grandes aspavientos a su comisión del 5% por cada servicio prestado. Se conformaban sólo con la nómina por el bien del negocio. Emocionante a la par que conmovedor.

Días de vino y rosas, he de decir.

El séptimo día de nuestra meteórica carrera hacia la elección de empresa del año por la revista Forbes, trataba yo de apañarme entre tanta llamada, tanta solicitud, tanto candidato y candidata, tanta reacción extraña y tanto dar mi descripción y medidas a diestro y siniestro, cuando el amable Inspector que me ofreció negocio días atrás volvió a entrar por la puerta.

Volvía esta vez con una cara muy diferente a la que mostraba al irse el último día, ya que esbozaba una amplia y radiante sonrisa, y se sentó frente a mí apoyando ambos codos en la mesa del bar y dejando descansar su mentón en una de sus manos.

- Vaya, vaya, amigo Launcher, he estado investigando sobre usted y ¡caramba!, jamás pensé que usted… bueno, ya sabe, a su verdadero oficio me refiero.
- ¿Qué le ocurre a mi verdadero oficio?
- ¡Bueno, pues que no parece encajar demasiado con su actual ocupación de… “jefe de limpiabotas”!
- ¿Por qué?
- ¡Joder!, pues porque… da igual, el caso es que lo he estado pensando, y dada su verdadera profesión, mi “participación” en los beneficios se ha incrementado de un 20% a un 30%, si no…
- ¿Está usted interesado en montar una franquicia amigo Inspector?, se lo digo porque he trazado una amplia zona en el norte de España donde me consta que hay una gran demanda de servicios de limpiabotas, allí la gente llega a ponerse bolsas del Carrefour en los pies por no disponer de calzado limpio. Concretamente le puedo hablar del caso de Mar…
- No te hagas el tonto, ¡coño!, o me das mi parte o te hundo en la miseria y pasas más tiempo en el trullo que el Conde de Montecristo.
- ¡Oiga usted!, ¡a mi usted no me insulte que yo no le he faltado, eh!, ¡no me busque que me encuentra!, y además, ¡no le parece a usted que es forma poco decorosa de tratar a un posible socio!
- Afloja la tela o prepárate, porque llamo a un coche patrulla y se presentan aquí en menos que digo chimpún y de ahí a los problemas serios solo restan 5 minutos y dos llamadas desde comisaría.

Estaba a punto de contestar a semejante estupidez con una de las más ingeniosas frases que he escuchado en mi profesión cuando quedé hipnotizado por la entrada en el bar de una apabullante rubia de largas piernas, sensuales medidas, frondosa melena y cara angelical que se dirigió directamente a nuestra mesa.

El ya no tan amable inspector se quedó mirando mi cara de (esta vez sí) tonto con extrañeza, pero no le dio tiempo a girarse para averiguar que era lo que me había hecho entrar en ese trance cuando oyó una estricta voz desde atrás que le decía

- ¡Silencio esclavo!

La mueca que esbozó su cara es difícilmente definible. Fue algo así como una contracción expansiva, o una expansión constreñida, o una explosión implosiva. El caso es que el Inspector en cuestión puso una cara rarísima que, la verdad, casi dio un poco de miedo. Enterró la cabeza entre sus hombros, humilló la frente y dijo:

- ¡Ama! ¿qué hace usted aquí?
- ¡Silencio he dicho!, ya te diré yo cuando puedes hablar - Y golpeó su hombro con un más contundente que suave puñetazo.
- Veo que estás molestando a mi amigo Launcher, ¿eh? – dijo mientras me hizo un guiño de ojo que casi me tumba de la impresión y llevó su dedo índice de la mano izquierda a sus cerrados y jugosos labios - Muy mal, esclavo, muy mal. Has hecho enfadar a la Erika Ama Desire. Estás siendo muy malo y creo que te voy a abandonar en la calle como al perro sarnoso que eres.
- ¡Pero ama, yo…!
- ¡Silencio he dicho! - dijo mientras le arreaba una colleja que me dolió hasta a mí y cuya onda expansiva pude notar perfectamente en mis pestañas – de entrada me dejas en paz a mi amigo, capito?, que no tenga que volver a ver tu sucia cara en su vida, y que no me entere yo que le andas tocando los cojones, ¿te has enterado? – dijo mientras le pegaba un fuerte tirón de pelo y se quedaba contemplando con una sonrisa el mechón que había conseguido arrancarle.
- ¡Si ama!
- ¡Perfecto!, empezamos a entendernos de nuevo. Y ahora sales de aquí despacito y con buena letra y te vas directamente a mi casa y me esperas tumbado en el descansillo de la escalera como el chucho que eres hasta que yo decida volver. Después pensaré si te doy el castigo que te mereces o paso de tí y te mando a paseo.
- ¡No por favor ama!, ¡prometo portarme bien y ser muy obediente, pero no deje de darme castigo y no me abandone!
- ¡Silencio descarado! – bofetón en la nuca esta vez - ¡cumple mis órdenes y desaparece de mi vista!

Y esa fue la última vez que ví al Inspector.

- ¡Aaaaayyyy!, ¡estos tíos que raros son!, ¡Hola guapo!, ¿sabes quién soy verdad?
- Si, ya te he oído decirlo, Erika Ama Desire, y hablé contigo hace unos días por lo del negocio de limpiabotas.
- ¡Que buena memoria!, si señor. He oído hablar de tu negocio, se está haciendo muy popular en la ciudad.
- ¡A qué sí!, estoy muy contento, jamás pensé que pudiera ir tan bien como está yendo. ¡Y la gente encantada! Me llaman constantemente para agradecer el servicio o para pedirme más.
- No me extraña, habida cuenta de las capacidades y herramientas de tus chicos.
- Pues material de primera, me gasté un buen dinero en cremas, betunes, cepillos de pelo duro, blando y medio, gamuzas, abrillantadores, productos para el ante y la napa y…
- No, Rocket, no. Me refiero a las “herramientas” de los chicos, y sobre todo de Mojamé, que por lo visto…
- No, qué va, llevan ambos el mismo material. Yo mismo lo compré en un mayorista que conozco y que…
- ¿Pero me vas a decir que tú no sabes a qué se dedican tus chicos?
- ¡Coño!, pues a limpiar zapatos. ¡Menuda demanda tiene la ciudad!.
- Vaya, vaya. Así que aún quedan tipos como tú por el mundo, ¿eh?. Venía a proponerte otro negocio, pero creo que no, creo que no lo voy a hacer.
- ¿A qué te refieres Erika?
- A nada, tonto, a nada. ¿Tienes planes para comer?, conozco un restaurante por aquí cerca que es muy mono, pequeñito y cuco y cocinan de maravilla. Y por cierto, me llamo Cristina.
- Pues bueno, a medio día no suele llamar nadie así que, ¡qué demonios, pues sí!, pero solo si me dejas pagar a mí, Cristina.
- Lo que tú me digas está bien. ¿Sabes, pareces muy buen tipo Rocket? Cuéntame, ¿a qué te dedicas cuando no montas empesas de limpiabotas?
- Bueno, pues en realidad yo soy…

Y ese fue el principio de una bonita amistad.

Fin

3 comentarios:

cachalote dijo...

Muy bueno, sí señor, se lo ha currado, le felicito, y además ha sabido finalizarlo en el momento adecuado.

Fíjese que el siguiente acto no habría podido ser otro que una visita de los cuatro jinetes del apocalipsis financiero de toda PYME, a saber, la hacienda estatal, la autonómica, la municipal y la seguridad social, ayudados por sus lacayos de la cámara de comercio. Y eso teniendo en cuenta que está de suerte, y se libraría de la visita del fantasma de la morosidad, debido a lo “especial” de los servicios prestados.

No podía ser de otra manera. Un brote verde así no habría forma de hacerlo pasar desapercibido en la reseca estepa que es la economía actual. Bueno sí, pero como el Rocket del relato se empeña en no pagar mordidas, y no tiene amiguitos importantes, pues no; y como además, no se trata ni de un banco, ni una eléctrica ni una teleco, la empresita del Rocket del relato era una gacelilla pastando inocentemente frente una jauría de leones.

Un saludo

Rocket dijo...

Estimado Cachalote,

Jajajjajajaja, su opinión no es objetiva ya que ha demostrado usted en varias ocasiones ser un incondicional de mis chapucerillos y descontrolados relatos.

Y digo descontrolados porque nunca tengo la historia pensada desde el principio, improviso sobre la marcha con la única intención de echar un buen rato viendo como mis personajes se mueven casi, casi a capricho por las líneas de la pantalla.

Son tan incontrolables y "tocapelotas" como su hacedor.

¡Qué se le va a hacer!, al menos yo aún no he tenido un "motín a bordo" como otro que yo me sé y que permanece tan mudito como el pequeño de los hermanos Marx.

Con respecto a lo de la "hacienda pública" y sus múltiples atláteres... delicada cuestión sobre la que hemos pasado de puntillas porque aún no había vencido ni siquiera el primer mes de actividad.

¿Quién sabe?, quizás vuelva algún día el Rocket de la historia con nuevas y apasionantes aventuras de cómo apañárselas con el fisco en según que circunstancias. Mientras, ¿no estaría suejto a un sistema de módulos?

Tal vez la tajante, pero dulce en el fondo, rubia de la historia tuviera también algo que decir al respecto.

Saludos,
Rocket

P.D.

Lo de la gacelilla me ha gustado.

Anónimo dijo...

Así que rubia despampanante y con largas piernas... si para pegar collejas no hace falta tener más de metro y medio y no necesariamente que vaya todo en piernas... y en cuestión de kilos... suele resultar que a más kilos mejores hostias!!!
Pero... me quito el sombrero...
Me encantó.

PD solo conozco a una persona que sea capaz de ir escribiendo sobre la marcha historias con giros como la tuya y tuya improvisada igualmente... y soy yo...(claro que conozco muy poco mundo)... si quieres comprobarlo... acércate... sabrás encontrar el camino????... dejo las migas de pan.
Saludos.
PD2ª. soy un poquito tramposa.